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AL SALIR DE CLASE
by FM abogados Tenerife in


En mi clase éramos treinta y siete niños. Como en casi todas las clases había un par de niños muy inteligentes, un par de niños muy tontos, y una gran mayoría de niños que entrábamos dentro de los parámetros normales de inteligencia (esquizofrenia exclusive).

Llegó un buen día al colegio un profesor nuevo, joven, con ganas de comerse el mundo, posiblemente uno de los pocos profesores vocacionales que he conocido. Se llamaba Ferrán y le fue asignada la clase a la que yo pertenecía.

Empezó este profesor el curso con tanta ilusión como escasa dosis de realismo en lo tocante a nuestra capacidad de aprehensión. El hombre se esforzaba, no lo niego. El hecho cierto, empero, es que las clases del profesor Ferrán tenían un nivel que sólo podían seguir los dos niños muy inteligentes de mi clase.

Resultado de la primera evaluación: 2 niños aprobados, 35 suspendidos.

Con la lección bien aprendida –valga la paradoja- el profesor Ferrán decidió con vistas al segundo trimestre bajar el listón de exigencia, ajustándolo a la capacidad de los niños normales de la clase. No obstante, para una buena parte de la “clase media” del aula ya era demasiado tarde, puesto que con el trimestre de retraso que la mayoría llevábamos habíamos perdido la capacidad de asimilar conceptos.

Resultado de la segunda evaluación: 17 aprobados, 20 suspendidos.

Hasta que por fin –ya iniciado el tercer y último trimestre- el profesor Ferrán dio con la clave para convertirnos en estudiantes de provecho.

- Vamos a ver – nos preguntó el profesor - ¿Quién es a vuestro juicio el más tonto de esta clase?
- Hinojosa, profesor – respondimos al unísono, provocando que el aludido se despertara súbitamente.
- Muy bien. Pues en lo sucesivo, señor Hinojosa, usted marcará el ritmo al que avanzarán las clases. Cualquier cosa que no entienda, levante el brazo y se la explicaré las veces que haga falta, ¿Me ha entendido?
- Er…¿Qué es un sucesivo?

Al acabar el curso los listos se habían vuelto normales, los normales tontos y los tontos tontos de remate (uno se hizo hasta abogado), pero eso sí, aprobamos todos.

- Y si divide su edad entre cuatro, ¿cuánto le queda?
- Déjeme pensar, señor Ferrán….20 dividido entre cuatro…¿es una pregunta trampa?

Y cosas así.

Otros colegios, envidiosos de nuestro éxito académico, quisieron imitar el sistema, pero sin que sus alumnos consiguieran alcanzar ese grado de excelencia en la estupidez que gracias al método del profesor Ferrán obtuvimos nosotros.

Poco antes de acabar mis estudios (orden de alejamiento incluida) el profesor Ferrán nos comunicó que se marchaba del colegio. No nos quiso decir a dónde se iba, así que supusimos que se había vendido a la competencia (esos pijos insufribles de los maristas).

El caso es que la semana pasada me lo encontré casualmente por la calle. Tras reconocerme él y darle alcance yo nos tomamos un café y hablamos de nuestras cosas.

La verdad es que le va bien: está casado con una mujer preciosa, tiene dos hijos y un buen trabajo como director de programas de Telecinco.

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