Al parecer, y con motivo de la visita del Papa de Roma a Madrid, alguien ha decidido que sería buena idea construir 200 confesionarios móviles y diseminarlos después por el Parque del Retiro de dicha capital.
Con tamaña invasión de confesionarios supongo que se pretende dar cumplido servicio a cualquier ciudadano al que le sobrevenga alguna suerte de apretón o urgencia de tipo espiritual durante la visita del prelado, ora por haber salido de casa sin confesar, ora por haber pecado in itinere.
Y esta última posibilidad -la de pecar sobre la marcha hacia la absolución- no se crean ustedes que es tan improbable en este caso. Sepan aquellos que no estén al corriente de la específica distribución gremial de la capital de España que el Parque del Retiro concentra el mayor porcentaje de prostitutas de la ciudad, por lo que, como digo, pecado y penitencia (recordemos que ha de ser por este orden. Si no, no vale) le pillan a uno de paso, con el consiguiente ahorro de tiempo en el desempeño de ambas actividades, y disminuyendo asimismo la posibilidad de morir en pecado (aunque a gustito)en el trayecto que va de la primera a la segunda.
De los susodichos confesionarios móviles a mí lo que me llama la atención es el diseño ese tan raro que tienen, que no sabe uno si pedir la absolución o un frigodedo. El arquitecto que los ideó –me pongo de pie- dice que le surgió la inspiración un día que estaba viendo las velas de los barcos. No seré yo quien le llame mentiroso, señor arquitecto, pero seguro que después de ver la vela de los barquitos se fue usted al Ikea y cambió de idea, porque eso de la foto es una estantería Skemetronchen mal montada, a mí no me fastidie.
Eso sí, a nivel personal una cosa sí que se agradece del diseño, y es que las construcciones sean totalmente abiertas. Honestamente, y atendiendo a las noticias que día sí y otro también aparecen en los medios, eso de arrodillarme en un cuarto oscuro delante de según quién me daría un poco de prevención, qué quieren que les diga.
Que no sé si el arquitecto ese de los barquitos suecos pensó lo mismo que yo o es que le acabó faltando algún tornillo para completar el confesionario, pero ¿no falta ahí un reclinatorio, o una silla o algo para los feligreses que quieren confesarse?. Miren la foto, unos de pie, otros sentados en el suelo, otros debajo del cura… Al menos que pongan una barra en la que acodarse, por Dios, que además es la única manera en que un español puede aguantar más de dos minutos de pie.
Eso sí, lo que tengo claro es que el clero parece haber aprendido definitivamente las reglas del marketing. Resulta que para hacer más atractivo el uso de los confesionarios la curia ha lanzado una oferta inigualable (aunque por un periodo limitado de tiempo). Anuncian que aquellas mujeres que hayan abortado en el pasado y que durante la visita papal manifiesten de manera expresa su arrepentimiento en uno de dichos confesionarios dejarán de estar excomulgadas.
Me parece muy acertada la idea, qué quieren que les diga. Así al menos una de las dos partes presentes en el confesionario pedirá perdón por el daño causado a un niño.
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