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EL MATRIMONIO: ¿ES COSA DE HOMBRES? (I)
by FM abogados Tenerife in


Contrariamente a lo que se suele pensar, la capacidad de inventar cosas no es exclusiva del hombre. A continuación les relaciono algunos de los inventos realizados por mujeres (y juro que esta lista es absolutamente cierta): Las bolsas de papel, el lavaplatos, las salidas de urgencia, la cocina, la tabla de planchar, las máquinas para limpiar la calle, los limpiaparabrisas, el corpiño, las galletas dulces y los pañales desechables.

Y el matrimonio.

Vale. No sé quién inventó el matrimonio, pero, como ha quedado suficientemente acreditado en la lista anteriormente expuesta, hay cosas que es imposible que se le hayan ocurrido a un hombre.

Porque es cierto, sí, que los hombres tenemos una innegable facilidad para inventar cosas, instituciones, conceptos y actividades inútiles con las que complicarnos la vida (los enanitos de jardín, la filatelia, los subjuntivos, la halterofilia, los impresos de pago voluntario …) , pero es que las mujeres, además, se ve que no conciben un invento que no acabe desembocando en la expulsión súbita de un chorro de agua o cuyo uso a la postre (con perdón) no acabe convirtiendo a los hombres en señoras torpes.

- ¿Y qué hago ahora con esto?
- Tíralo a la basura, ¿no ves que son desechables?
- ¿Y con el pañal qué hago?
- ¡Arturito!

Pero de todos los inventos perversos que cabe atribuir directa o indirectamente al sexo femenino, sin duda el matrimonio es el más dañino y antinatural, equiparable si acaso al genocidio y los laxantes.

Y he dicho antinatural y he dicho bien, porque –pásmense ustedes- los lucios y los barbos, sin ir más lejos, no tienen por costumbre casarse (posiblemente debido a presiones de la iglesia y de la derecha [valga la coincidencia puntual de intereses]), ni se casan los urogallos, ni los koalas, ni los calamares. El pez espada no siente la necesidad de presentar sus respetos a los progenitores de su pareja* ni los caniches hacen lista de bodas ni los berberechos se someten a un reportaje fotográfico que inmortalice para la posteridad su enlace rodeados de sus ¿snacks? más cercanos.

No, queridos lectores. La feliz idea de vincular el coito y el libro de familia se les vino a ocurrir a los humanos (que ya es mala suerte, digo yo, que no se hubieran hecho con la patente de semejante invento las aves de corral, que otro gallo nos cantaría).

Y la pregunta del millón es:

- ¿Era necesario inventar el matrimonio?

En la próxima entrega daremos cumplida respuesta a esta pregunta.

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*Vengo a pedirles la ¿punta? De su hija.

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